lunes, 19 de mayo de 2008

Matria



A mi espalda, la apariencia. En mis ojos, la realidad. En este lado, el derroche. Al otro, la miseria.

Sin embargo, la perfección de líneas imperfectas, la belleza, serena hoy, embravecida mañana, la majestuosidad y la grandeza de la Madre Tierra, esa, esa es de todos. De los elegidos y de los malditos, de los privilegiados y los desdichados. A penas dieciséis kilómetros, treinta y cinco minutos a lomos del fast ferry en la ida, varios días de penurias empotrados en patera a la vuelta. Y es tan mía, que tengo unas zapatillas para cada uno de los deportes que practico, como vuestra, que no os aleja del barro más que las plantas de los pies.

Mi Patria no tiene bandera. Mi Matria sí: todos y cada uno de los horizontes que te hacen parar y, absorto, admirar.

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