viernes, 4 de marzo de 2011

Fuego Amigo (microcuento)

La bala, en la sien, procedía de un M16 atrincherado en un fortín, en teoría, de los nuestros. Mi padre ha yacido muerto más de dos días asesinado por un tal Fuego Amigo. Me gustaría romperle las piernas.
Aunque hace horas que recibimos la noticia, mi madre sigue inmóvil, con el auricular en la oreja y el consuelo en la mano; una carta escrita en un idioma, el inglés, que ni siquiera conoce.
Al fin un movimiento. No alcanzo a contar cuantos números marca. Parecen demasiados. Pero no dice nada, sólo se oye a su interlocutor a través del teléfono:
- ¿Hello?... ¿Marta?... Lo hice.

jueves, 9 de julio de 2009

Actualizando entrada...



Dicen por ahí que, debido a la fuerza centrífuga provocada por su movimiento de rotación, la esfera terrestre es achatada por los polos y más ancha en el ecuador, donde esta misma fuerza provoca, además, que la interacción gravitatoria con la que las personas somos atraídas hacia el núcleo sea menor. Así mismo, conforme disminuye la presión atmosférica en función de la altura, el peso de las personas (y de las cosas), también disminuye. Supongo que si aquel 22 de agosto hubiera alcanzado la cima del Cotopaxi, el segundo lugar de la tierra más cercano al sol, mi peso hubiera rondado los cincuenta y tres o cincuenta y cuatro kilos. Pero no fue así. A unos 5.600 m. de altura sobre el nivel del mar, después de un periodo demasiado corto de aclimatación, el “mal de altura” hizo que tuviera que volver al refugio antes de poder admirar el cuello de luna, una de los cráteres más bellos del mundo.


Espero, ahora, vencer al “mal de la pereza” y actualizar periódicamente este blog después del largo y productivo periodo estival.


Hello again.