domingo, 20 de julio de 2008

On the road


Praga es recogida, acoplada y de una oscuridad encantadora. Es una ciudad sincera, ennegrecida por la historia, que no niega ni esconde. Todo lo contrario que Viena, de inmensas amplitudes, palacios ostentosos y de una rimbombancia a veces insultante. Venecia es una casita de muñecas, y Avignon, el decorado de una película del Rey Arturo.

Algo más de cuatro mil kilómetros en nueve días recorriendo parte de la vieja Europa. Una grata experiencia y no demasiado cara (a pesar del precio del gasoil, que fuera de España media el 1,50 €/litro). Desde Barcelona a Avignon. Después, L´Alpe D´Huez, una inhumana subida en bicicleta y la victoria de un avulense que me puso los vellos como escarpias (¡bravo Carlos!). Desde aquí pusimos rumbo a Venecia, Viena y Praga (improvisando mayormente). Para finalizar, mil ochocientos kilómetros de vuelta en día y medio, pasando por Múnich, Zürich, Berna, Lausanne, Ginebra y Lyon. El descubrimiento; muchos pueblecitos que se merecen algo más que un ligero paseo o pararse a comer (como por ejemplo Vienne, Telc o Novara).

Próxima parada: Pinar del Rio